Desde la crisis económica de 1982, las instituciones e infraestructuras mexicanas se han deshecho meticulosamente para acomodar los intereses e inversiones neoliberales. A medida que avanzaba el desmantelamiento del Estado mexicano a través de privatizaciones masivas y sucesivas leyes de desregulación, surgió un nuevo tipo de ruina. Si las ruinas arqueológicas fueron reorganizadas durante el período posrevolucionario en museos y sitios históricos para construir la identidad poscolonial de México, las "ruinas diseñadas" se han convertido en el testimonio de la ruina del Estado-nación mexicano bajo la estrecha supervisión de instituciones y corporaciones transnacionales. Los ambientes arruinados del México contemporáneo van desde la economía de demolición y la especulación urbana surgida tras los sismos de 1985 y 2017 en la Ciudad de México hasta la desregulación de las leyes de transporte terrestre, en 1989, y hasta la proliferación de fosas comunes en todo el país. Un atlas de las ruinas de Nuevo México tiene como objetivo, a través de una serie de estudios de casos visuales y teóricos, explorar el trabajo arquitectónico destructivo, aunque productivo, del neoliberalismo en México.

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